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El 1969 fue un año de excesos y de unos pasos torpes en la Luna. Fue también el año en que Ford lanzó un tal Capri, calificado como el “Mustang europeo” que prometía, en un anuncio de época, ser “el auto que siempre te prometiste”. Y había motivos para hacer realidad esa promesa. Por no mucha plata, por fin podríamos regalarnos un coche de película. Cincuenta años después, mientras el mundo se electrifica, Ford resucita el Capri con un estilo completamente diferente, alimentado por batería y construido sobre la base del Volkswagen ID....
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El original, el primer Ford Capri, apareció en Inglaterra y Alemania en 1969 y experimentó un éxito deslumbrante, rápidamente adoptado por los jóvenes entusiastas de las carreras callejeras. En Alemania, se convierte en un símbolo de libertad y exceso, seduciendo a los conductores que buscan emociones fuertes sin pasar por la casilla del “presupuesto astronómico”. Ese Capri tenía lo suyo...un V6 en sus versiones deportivas, una línea elegante, una promesa de placer de conducción sencillo, sin artificios. En definitiva, un mito para unos, un auto para otros. Hoy, Ford parece querer sacar provecho de este mito, pero con kilovatios y nuevas líneas... pero tratando de rescatar algo (no mucho) del original. |
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Pero volvamos al Capri del siglo XXI. Lejos de las líneas alargadas y bajas del original, el nuevo Capri se afirma como un SUV coupé, construido sobre la plataforma MEB de Volkswagen, la misma que sustenta a los ID.4 e ID.5, y a sus primos Skoda y Cupra.
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Se encuentra en tres versiones distintas:- Capri RWD Standard Range: 170 CV, batería de 55 kWh para una autonomía teórica estimada de más de 400 km. Carga rápida de 115 kW, suficiente para recuperar unos 170 km en unos veinte minutos.
- Capri RWD Extended Range: un aumento de potencia hasta los 286 CV, esta vez con una batería de 77 kWh, para 627 km de autonomía WLTP. Carga a 135 kW de corriente continua.
- Capri AWD Extended Range: la versión más musculosa, con 340 CV, 0 a 100 en 5,4 segundos y la misma batería de 77 kWh, pero mayor consumo que reduce la autonomía a 592 km WLTP.
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Para aliviar el precio (desde 46.400 € para los modelos básicos y subiendo hasta casi 60.000 € en la versión AWD Premium), Ford equipa cada versión con un paquete de opciones Premium. En el programa, un sistema de audio Harman Kardon de 480 W para aquellos que todavía quieren sentir los graves, incluso sin motor, una pantalla central de 12,9 pulgadas, multitud de ayudas a la conducción (ADAS de última generación) y acabados interiores/exteriores cuidados… o al menos, un poco más que la media. ¿Pero este equipo logra justificar el precio?
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En cuanto al diseño, el Capri de 2024/2025 no tiene mucho en común con el de 1969. Es un vehículo alto, a medio camino entre un SUV y un sedán. Sus líneas son angulosas. Esto es lo que Ford llama “diseño audaz”... En realidad, a primera vista podría pasar por un ID.5 o un cupé Enyaq, pero algunos detalles recuerdan su herencia: faros LED redondos que evocan las luces del Mk3 y un perfil que no deja de recordar la idea de un fastback aunque es un sedán crossover, que hoy en día vendemos "SUV coupé"... todo parece permitido. |
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En el interior encontramos un habitáculo espacioso, pensado para cinco ocupantes y un baúl de 572 litros. La pantalla táctil de 14,6 pulgadas se ubica con orgullo en el tablero, y la interfaz, heredada del ID, ofrece navegación simplificada con acceso directo personalizable. En la carretera, el ajuste de la temperatura por fin es siempre visible, una concesión al sentido común después de varios años de andanzas ergonómicas.
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Circulando por las callecitas europeas el ruido de su motor eléctrico, esta vez no despierta a nadie. Más un suspiro que un rugido, ahora avanza casi suavemente y el asfalto apenas tiembla bajo su peso.
En ruta, el Capri eléctrico revela lo que puede hacer: par instantáneo, aceleración lineal y silencio... otra vez casi demasiado. La versión de propulsión, con 286 caballos, es dócil, la tenida es buena, el peso bien distribuido y con un centro de gravedad bajo y las curvas transcurren sin problemas; sí, la influencia Volkswagen está por todas partes aquí.
Sin embargo, este Capri parece carecer de alma, como un actor que recita su texto sin convicción. Lo hace todo bien, se controla cada curva, se mide cada aceleración, pero nada sorprende.
Pasemos a la versión AWD Extended Range, tiene un poco más de músculo. Los 340 caballos y 545 Nm de par se activan en 5,3 segundos para impulsar la máquina de 0 a 100 km/h, y la verdad es que se siente la fuerza. Con tracción en las cuatro ruedas, el Capri se mantiene estable, sin una pizca de inestabilidad, ni la más mínima sacudida. Es eficaz, se pega al camino con la insistencia de una ramita de tomillo seca bajo el mistral, pero no emociona a nadie.
El chasis, heredado de los Volkswagen ID.4 e ID.5, sigue siendo casi clínicamente preciso.
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El Capri cumple a la perfección su papel de berlina eléctrica. Pero es en los atascos citadinos, donde encuentra su público. Una aceleración suave y suave, ayudas a la conducción y una interfaz de usuario intuitiva lo convierten en un automóvil urbano sorprendentemente agradable, siempre que no tenga las ambiciones de un piloto de carreras.
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Conclusión: ¿El amor es para siempre? Seguramente no. ¿puede este Capri moderno reclamar realmente el estatus de “Mustang europeo”? ...obviamente no. |
Simplemente Ford parece haber confiado en la nostalgia para vender un modelo de Volkswagen, en definitiva muy bien diseñado, pero intercambiable con el ID.5, Enyaq y Tavascan. Es un auto eléctrico eficiente, cómodo y competitivo en un mercado donde los precios siguen subiendo, pero le falta esa chispa, esa pequeña locura que hizo del Capri de antaño un coche emocional. |
Esta versión moderna es un buen coche eléctrico, sin duda, pero que parece más un matrimonio de conveniencia que un amor verdadero.
Héctor Daniel Oudkerk
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