Inicialmente lanzados en versiones 100 % eléctricas, los Renault Mégane y Scénic no están teniendo el éxito esperado. La marca está considerando soluciones, como un extensor de autonomía para motor de combustión interna, para mejorar su versatilidad.
Renault, que se comprometió con la electromovilidad desde el principio, con la llegada del Zoé en 2012, optó rápidamente por plataformas específicamente dedicadas a los vehículos eléctricos. Esta estrategia difiere de la de otros grupos como Stellantis, que utiliza bases multienergéticas con las ventajas y desventajas que conlleva. Sin embargo, en Renault, el relativo éxito del Mégane y el Scénic ha obligado a la dirección a revisar sus planes. Ahora la marca está considerando desarrollar nuevos sistemas de propulsión para sus modelos inicialmente planificados como exclusivamente eléctricos, concretamente el crossover Mégane y el SUV compacto Scénic. Estos dos vehículos, cuyo éxito no ha sido especialmente rotundo a pesar de que el Scénic fue nombrado Coche del Año en 2024, podrían incorporar sistemas de propulsión eléctricos con un extensor de autonomía térmico. ¿Hacia una autonomía optimizada? La marca francesa afirma que no quiere perjudicar el rendimiento de sus vehículos eléctricos utilizando motores de combustión interna en sus coches urbanos R5 y Twingo, por ejemplo, ya que esta transformación podría reducir la capacidad de la batería y, por lo tanto, la autonomía eléctrica. Esto tiene sentido, sobre todo porque ya existen algunas ofertas con motores de combustión interna, como el Clio, de tamaño similar al R5 y muy popular en Europa. Por ello, Renault parece preferir vehículos relativamente grandes como el Mégane y el Scénic para esta tecnología. Sin embargo, estos cuentan con equivalentes en motores de combustión interna dentro de la gama, especialmente para el Scénic con el Austral y el Symbioz, o incluso, en cierta medida, el Arkana. El tipo de motor de combustión interna utilizado aún se está considerando pero es una de las especialidades de la empresa china Geely, con la que Renault colabora a través de su empresa conjunta Horse, dedicada a los motores de combustión interna. Al igual que con otros fabricantes como Porsche, que está revisando sus proyectos de motores de combustión interna, o Fiat, que está transformando su generación 500 en un modelo eléctrico, este tipo de cambio estratégico se está volviendo habitual. Renault parece estar preparado para adaptarse a la alta volatilidad de la demanda en el mercado de vehículos eléctricos y a un posible aplazamiento de la fecha límite para el fin de los motores de combustión en los vehículos nuevos, inicialmente prevista para 2035. La decisión debe tomarse con bastante rapidez, ya que la presentación del plan estratégico del grupo está prevista para marzo de 2026.Héctor Daniel Oudkerk

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