Volkswagen invirtió mucho en Rusia…pero no es la única. |
El objetivo es intentar inicialmente medir el impacto de las sanciones ya anunciadas contra Rusia por parte de Estados Unidos junto a la Unión Europea y tratar que no les afecten a los privados con inversiones por ellos hechas en la zona de conflicto.
Sanciones que, por el momento, bloquean a algunos intercambios financieros. “El 70% de los bancos rusos tendrán muchas dificultades para endeudarse en los mercados internacionales”, dijo Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea al final de la reunión nocturna celebrada anoche en Bruselas.
Pero en el caso de los industriales con capitales enterrados en Rusia el tema es por demás preocupante y es lo que un Luca De Meo (y otros colegas) debe estar evaluando desde ayer. Porque el CEO de Renault desde su llegada al grupo ha apostado mucho por Rusia al comprar Renault a Avtovaz, la empresa que produce el Lada y decidir fabricar allí los Dacia con la marca Renault, siendo de hecho Renault-Autovaz el primer fabricante ruso. Y es que la filial rusa no solo facturó el año pasado 2.900 millones de dólares (un 6% de la de todo el grupo Renault), sino que generó un margen operativo de 247 millones. Una cifra nada desdeñable en un momento de recuperación de Renault que si se bloquea hará que De Melo tenga que dar algunas explicaciones por su audaz apuesta.
Y a las incertidumbres por las sanciones americanas se pueden sumar las que Vladimir Putin también decida él hacer a Occidente como ser congelando activos extranjeros en Rusia como Occidente ya hizo con los suyos. Una suposición que los mercados financieros ya se adelantaron castigando a Renault en bolsa desde principios de semana.
Del lado de Stellantis, las cosas están un poco mejor pero no tanto… El antiguo grupo PSA siempre ha estado subreinvertido en Rusia y Carlos Tavares cuando se hizo cargo de Opel en 2017 le encomendó a la marca alemana una misión que hoy por hoy se debe estar cuestionando… invadir (pacíficamente) Rusia. Comenzó en 2019, pero sus resultados en la antigua Unión Soviética aún están en pañales. En el peor de los casos, la marca Rüsselsheim corre el riesgo de acumular un pequeño déficit en el embrollo ruso. Además Stellantis ha invertido en Kaluga, a 200 km de Moscú, en una fábrica destinada a ensamblar Citroën Jumpy, Peugeot Expert y Opel Vivaro. Baste decir que si Putin pretende jugar duro con las empresas extranjeras, la nueva fábrica podría acabar paralizada y los plazos de entrega de estas furgonetas deberían alargarse en Europa.
El Grupo Volkswagen también en Kaluga, al suroeste de Moscú ensambla algunos modelos como los Polo, Tiguan y Skoda Rapid, produce motores TSi y autopartes, y a consecuencia de ello Volkswagen dijo que deberán detener la producción en Alemania durante unos días en dos fábricas a raíz de un retraso en la fabricación de piezas provenientes de Ucrania y Rusia.
La Ford Motor Company no está ajena al problema ya que tiene una empresa conjunta del 50 por ciento en Ford Sollers, con tres plantas de ensamblaje en Rusia. Según el sitio web de Ford dijo en un comunicado que estaba «profundamente preocupada» por la situación y que «manejaría cualquier efecto» en su negocio en tiempo real. El fabricante de automóviles de EE. UU. también aclaró por si hiciera falta, que cumpliría con cualquier ley sobre sanciones comerciales, pero se negó a discutir si las plantas de Sollers se han visto afectadas.
Si Renault, Ford y Stellantis, corren el riesgo de verse afectados por la crisis de Ucrania, hay otro actor involucrado en esta industria que corre aún más el riesgo de verse afectado, y ese es el grupo TotalEnergie que tiene una fuerte presencia allí desde 1991. Con empresas conjuntas rusas en el sector del gas y la explotación de campos petrolíferos, el gigante francés tiene todas las de perder en este conflicto. Porque Rusia es el principal emplazamiento mundial de petróleo y gas del grupo y representa el 17% de sus extracciones.
Como se ve las decisiones que se están tomando en Washington están afectando colateralmente a muchos intereses privados europeos que habían visto a Rusia y Ucrania como un lugar de oportunidades para hacer inversiones, pusieron los u$s y hoy ya deben pensar los CEO en que explicaciones darán a sus accionistas.
Héctor Daniel Oudkerk
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