Dr. Thomas Becker, Vice President Sustainability and Mobility Strategy BMW Group |
BMW curiosamente también incluye además de los países en vías de desarrollo a Italia en esa categoría y denuncia que sin una red de carga eficiente el coche eléctrico no puede implementarse. Italia es un ejemplo para argumentar que ni siquiera todos los países europeos son igual de serios en la transición a la electromovilidad y así justificar que aún es demasiado pronto para abrazar el fin de los motores de combustión.
El Grupo BMW fue uno de los ausentes –junto a Volkswagen, Toyota y Stellantis– del acuerdo que la industria automovilística firmó en la COP26 de Glasgow, donde se comprometieron las empresas a dejar de vender motores térmicos en los principales mercados a partir de 2035 y en todo el mundo en 2040.
Pese a esa falta de compromiso, BMW cree que aun así más de la mitad (pero solo la mitad) de sus ventas serán completamente eléctricas en 2030. Ese mismo año Mini y Rolls-Royce dejarán de vender autos con motores térmicos adelantándose así a la transición.
Pero desde Alemania señalan que el gran obstáculo para los eléctricos es la precariedad de la infraestructura de carga. «En los Países Bajos o en Noruega el trabajo ya está hecho, de modo que esos mercados serán completamente eléctricos y en esos países tan sólo venderemos coches eléctricos«. Pero el mundo es mucho más que esos países…
Las palabras son del Doctor Thomas Becker, responsable de estrategia sostenible de BMW..«Si en el norte de Europa hay entre siete y nueve puntos de carga públicos por cada 1.000 vehículos, en Italia son tan sólo 0,4. También incluye a la República Checa y a Rumanía en la misma categoría…y en países como los del Mercosur es prácticamente cero con solo algún cargador testimonial» (y para colmo alimentado por energía de origen en gran porcentaje no verde).
Becker cree que estos países no actuarán hasta que alguien financie la red y lamenta la falta de acuerdos vinculantes que les obliguen a desarrollarla. «Esta gente simplemente espera a que les den dinero para hacer el trabajo. Deberíamos tener acuerdos vinculantes que aseguren que los países más pobres hacen su trabajo«.
Becker también advierte que una prohibición repentina de los coches nuevos con motor de combustión podría derivar en un incremento del mercado de segunda mano, lo cual sería contraproducente para la renovación del parque automovilístico y además aumentaría la contaminación por el uso de mecánicas viejas.
«Nadie va a prohibir los vehículos que ya existen, que en Europa tienen una edad media de 11 años. Es mejor conducir un vehículo convencional que uno usado«.
«No es que no creamos en la posibilidad de electrificar del todo a BMW, pero para que eso ocurra necesitamos unas condiciones que no podemos crear nosotros mismos. En estos momentos no estamos lo bastante seguros«
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