La empresa americana aseguraba en 2017 que tendría 800 kilómetros de autonomía y carga en 70 segundos...ahora admite que ha detenido su desarrollo porque es más complejo de lo que habían previsto. |
Corría el año 2017 cuando Fisker Automotive anunció que "habían creado una batería de estado sólido con 800 kilómetros de autonomía y un tiempo de carga de tan sólo 70 segundos". Eso creó una ola de inversores bursátiles para la empresa que tenía la solución de la electromovilidad.
Una tecnología a todas luces revolucionaria que cambiaría la industria del automóvil. Pero lamentablemente todo ha quedado en nada de un momento para otro...
La empresa americana había publicitado que esta batería debutaría en un modelo de producción en 2020, pero no fue así. Y ahora el propio Henrik Fisker ha tenido que reconocer que "han interrumpido su programa de desarrollo, porque ha resultado ser mucho más complejo de lo que habían imaginado en un principio".
En una entrevista concedida a The Verge, Henrik Fisker ha declarado lo siguiente:
"Es ese tipo de tecnología en el que puedes tenerla lista al 90% y parece que ya estés ahí, hasta que descubres que el 10% que te falta es mucho más complicado que todo lo anterior. Pero eso no lo sabes hasta que te encuentras en ese punto","Estuvimos cerca de comprender del todo esta tecnología, pero descubrimos que era mucho más difícil de lo que habíamos previsto, porque estábamos muy ilusionados por algunas cosas que estábamos haciendo".
"A finales de 2019 o principios de 2020 llegamos a la conclusión de que las baterías de estado sólido todavía están muy, muy lejos. No están a la vuelta de la esquina. Creo personalmente que están al menos a siete años de ser una realidad, porque necesitas tres años para tener producción a gran escala y otros tres años para hacer pruebas de durabilidad".
"Hemos descartado por completo las baterías de estado sólido porque no creemos que se vayan a materializar. Si hacemos algo en el futuro, será algo completamente nuevo. Pero la batería en la que nosotros habíamos trabajado no tiene futuro en un futuro cercano".
Fisker había bautizado su tecnología con el nombre de ‘batería de estado sólido flexible’. Presumió de que sería más barata que las baterías convencionales y de que tendría unos 800 kilómetros de autonomía, situándose así a la par con los vehículos térmicos tradicionales. Al final era una simple quimera o incluso hay dudas que no halla sido un cebo para atraer inversores crédulos.
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