Tanto grados abajo como arriba, es el propio automóvil el responsable de mantener la “batería” en el rango de funcionamiento correcto, lo que de por si consume mucha energía. Por no hablar de tener que mantener el habitáculo a la temperatura deseada por los ocupantes encendiendo el aire acondicionado.
Lo interesante es que hasta una temperatura de 24°C la batería del coche aún no pierde autonomía. En cambio, a partir de los 27°C, empieza a decaer paulatinamente. Primero con una ligera pérdida del 2,8%, luego del 3,5% a 29°C. Por debajo de 30°C, sigue siendo razonable, y probablemente no tan perceptible para un conductor, ya que una autonomía de 450 km, por ejemplo, aumentaría a 434 km a 29°C.
Cuando se va más allá es cuando la cosa se pone mala, y el radio de acción del eléctrico se deteriora cada vez más. Entonces, a 32°C, la pérdida sería del 5%, aumentando al 15% a 35°C y hasta al 31% a 38°C. Lo que significa, para un coche determinado, una autonomía de 450 km que ya no supera los 310 km…
Eso si las pérdidas en verano aún con esas cifras son menores que en invierno
Por tanto, si el calor afecta a la autonomía de los coches eléctricos, parece que el impacto es menor en verano que en invierno. Sobre todo porque la diferencia de temperatura es menor cuando hace calor con la temperatura ideal de cabina.
Además, esto puede ser muy diferente según el vehículo. Sobre todo porque algunos están equipados con una bomba de calor, que consume menos batería de alto voltaje. En cualquier caso la mejor forma de no agotar demasiado la batería es enfriarla antes de salir, mientras todavía está enchufado, porque el coche gasta mucha más energía para enfriar el habitáculo, además de para refrigerar el habitáculo y mantenerlo a la temperatura adecuada.
Héctor Daniel Oudkerk (Diario Automotor)
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