domingo, 13 de mayo de 2018

Análisis del NASCAR y su decadencia...( y al Turismo de Carretera Argentino no le pasa algo similar?)


Interesante informe de Diariomotor Competición sobre la realidad actual del popular NASCAR estadounidense que tiene muchos parecidos con lo que le ocurre a otra categoría que también supo ser multitudinaria como lo es el Turismo de Carretera Argentino.
Las Coupés de los 40 


Pasando al tema hace algunos días se dejó entrever que la NASCAR, la categoría más importante de los Estados Unidos, iniciaría un proceso de negociación para cambiar de propietario. Brian France, quien asumió el cargo de presidente de la organización en el año 2003, ha logrado lo que parecía impensable, que los norteamericanos perdieran el interés. Aunque todavía genera una buena cantidad de dinero, se cree que más de un tercio de los espectadores habituales ha desertado por no comulgar con las políticas de Brian France ya que su NASCAR está lejos de ser una competición de stock car. Exterminó todo el ADN del campeonato para transformarlo en algo muy distinto, un producto cuya popularidad viene en picada porque el público no se identifica con unos coches que, además de ser todos iguales a la vista, nunca observarán en las calles.

La NASCAR posee un acervo histórico y cultural de lo más interesante. Pasar de carreras clandestinas a involucrar directamente a los fabricantes más emblemáticos de los Estados Unidos es apenas una parte de su trayectoria. Su reglamento establecía que los pilotos inscritos debían correr con sus coches tal cual salieron de las fábricas, justamente eso fue lo que causó el mayor impacto dentro del público ya que el medio de transporte para ir al trabajo, a la universidad o para llevar los niños al colegio, era similar al que ganaba en Daytona o en Talladega. Por tal razón, durante unas tres décadas cada fabricante se esmeró en producir el coche de más altas prestaciones tanto para las calles como para las pistas. Desde el Hudson Hornet, pasando por el Dodge Charger, el Ford Torino Cobra, el Plymouth Sport Fury o el Chevrolet Chevelle, hasta llegar al Chevrolet Monte Carlo, el Ford Thunderbird o el Buick Regal. Pilotos como Richard Petty y Cale Yarborough crearon una legión de fanáticos que posteriormente se incrementaría con el auge de Dale Earnhardt Sr.
Las buenas épocas de los autos de serie modificados pero respetando el espíritu de la categoría


Autos de serie con pilotos ídolos como Petti atraían a multitudes
La NASCAR llegó a convertirse en un fenómeno de masas y el modelo de gerencia, tanto de Bill France Sr. como de su hijo, fue tan exitoso que superó sin mayores traumas la crisis petrolera de 1973, cuando se creyó que era el final de los coches americanos con grandes motores V8. Prácticamente la categoría de stock car mantuvo con vida al segmento comercial de los coupé en la década de los 80, cuando las ventas se inclinaron hacia los coches europeos y japoneses, mucho más compactos, eficientes y económicos. La NASCAR era un territorio aparte, allí pilotos y máquinas eran venerados con fervor ya que la enseñanza de permanecer fiel a la filosofía de privilegiar el producto hecho en casa trascendió por generaciones hasta que…
Una de las decisiones más cuestionables de la gestión de Brian France fue permitir el desembarco de Toyota en la división superior de la NASCAR en el año 2007. Los japoneses se habían posicionado como líderes del mercado comercial local, pero su proyecto se sustentó en un Camry distinto a la versión de calle (ya que esta no era competitiva), rompiendo así la regla del stock car. En teoría, el coche en pista debe parecerse aunque sea un poco a la versión callejera para diferenciarse de sus adversarios, pero no es así. Ciertamente, los coches de la NASCAR son básicamente un chasis tubular y una carrocería de fibra, sin embargo, cada fabricante siempre se inclinó a conservar la silueta del coche original para promocionarse. Permitir a Toyota correr con su Camry ficticio, abrió las puertas para que Ford, Chevrolet y Dodge también hicieran lo mismo. De allí las dificultades para distinguir alguna diferencia, incluso los motores son standart, situación que no gustó al público tradicional.
Toyota con un Camry que no era un Camry de serie dio comienzo a la decadencia

Permitir que Toyota profanara la NASCAR no fue del agrado de los seguidores del campeonato porque los japoneses no tienen ningún vínculo con la historia de la categoría, sino al contrario. Cuando Toyota alcanza récords de ventas en el mercado americano, lo hace a través de propuestas contrarias a las ideologías locales. Indirectamente, Toyota es responsable de que marcas como Pontiac, Oldsmobile y Plymouth desaparecieran. Simbólicamente, la categoría representaba para los estadounidenses un recinto sagrado porque era exclusivo para la industria local, misma que se convirtió en referencia mundial desde la postguerra hasta la década del 70, gloriosos años que se evocaban en cada carrera. Toyota puso un buen dinero sobre la mesa y Brian France no vio problema en que invadiera. Adiós tradición, legados y esas cosas sentimentales.
Todas las marcas comenzaron a utilizar chasis tubulares cubiertos de una cáscara de plástico y un motor V8 unificado

Del modelo original de fábrica ni un tornillo como se ve en este Camaro
Por otra parte, con la trágica desaparición de Dale Earnhardt Sr. y el retiro de Richard Petty, la NASCAR quedó a la deriva en cuanto a idolatría por algún piloto. Muchos seguidores permanecieron por su fidelidad a alguna marca de coches y otros por la costumbre de observar las carreras cada domingo, particularidad que Brian France tal vez no supo entender. Las ausencias de Petty y de Earnhardt Sr. se intentó resolver lanzando al estrellato a Jeff Gordon, Jimmie Johnson, Tony Stewart y Dale Earnhardt Jr, quienes en teoría serían los encargados de preservar el legado de sus antecesores. Pero de allí a que Johnson ganara siete títulos en apenas diez años, e igualara el récord de campeonatos, resultó demasiado complicado de digerir para muchos que consideraban a la NASCAR como una de las categoría más competidas en el mundo.Tampoco contribuyó a mantener las audiencias el complejo sistema de puntuación introducido por France en 2004, donde el campeonato se define en La cacería por la Copa, una especie de postemporada donde los pilotos que reúnan determinados requisitos son los únicos que pueden optar al título. De forma básica, se indica que los dieciséis mejores pilotos competirán por el campeonato en las últimas diez carreras, las primeras nueve se dividen en tres rondas, con cuatro pilotos eliminados después de cada ronda. Para destacar que en la temporada regular todos los pilotos suman puntos, aunque sea por dar una sola vuelta. Hágame usted el favor… Instaurar en la NASCAR un play off, una particularidad que es propia del fútbol americano, del baloncesto, del béisbol o del hockey, resultó confuso y contraproducente porque al público le costó entender que el piloto con más victorias o más puntos acumulados durante el calendario no será proclamado campeón de forma automática .También originó rechazo la inherencia de Brian France en asuntos extradeportivos, prohibir al público sureño ondear la bandera confederada en los circuitos durante las carreras generó muchas controversias y rechazos. Era una de las tradiciones parcializarse por pilotos del norte o del sur, sin ningún tipo de afrenta ideológica, atisbos de revancha o incitación a la violencia. El deporte profesional norteamericano se sustenta sobre la rivalidad entre las ciudades, Nueva York y Boston en el béisbol, Los Ángeles y Boston en el baloncesto, Montreal y Boston en el hockey, Chicago y Green Bay en el fútbol americano. Esa defensa del territorio no agradó a France que en su afan de controlarlo todo ordenó decomisar las banderas confederadas a los asistentes a las carreras. Buena excusa para dar media vuelta y no regresar. Otra razón de peso para incidir en el descenso de las audiencias ha sido mantener el mayor peso del calendario sobre los óvalos, muchos de ellos propiedad de la familia France. Vía redes sociales, muchos seguidores de la NASCAR sugieren más carreras en circuitos mixtos para sacudirse la monotonía. Observar coches iguales dar 300 o más vueltas a un óvalo durante tres o más horas no resulta agradable para la generación del internet. En este punto ocurre algo para analizar, mientras el índice de asistentes a los circuitos y telespectadores se ha desplomado, los que acuden a la red para observar las carreras ha aumentado, fenómeno que se explica por el simple hecho de saltar fragmentos en el vídeo. El internet permite resumir la carrera en veinte vueltas, las diez primeras y las diez últimas. Listo. En la NASCAR están al tanto de este punto, pero France no ha tenido una propuesta para revertir el éxodo de público y por supuesto de anunciantes y patrocinadores. Qué tan complicado era mantener la esencia de una categoría de stock car que evoca décadas pasadas.
fuente Diariomotor Competición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario